Con la edad, la piel y los músculos pierden su firmeza y acaban cediendo a la gravedad. El paso de los años no se refleja de la misma forma en unas personas que en otras. La genética, la dieta, la actividad física e incluso el medio donde vivimos, determinan nuestro envejecimiento físico y una de las principales manifestaciones es la flaccidez corporal.
Por su parte la flaccidez cutánea se da por la pérdida de firmeza en la dermis y epidermis.
La flacidez muscular es la que se produce cuando el músculo pierde el tono y con los años va infiltrándose de grasa.
Nos referimos a flacidez mixta, la más frecuente, cuando existe una combinación de las dos anteriores, en la que se aprecia un descolgamiento de las capas más superficiales de la piel y una disminución del tono muscular.
Además de la flacidez facial y la de la papada, las zonas corporales más comunes donde empieza a notarse el descolgamiento, con el paso del tiempo, es en la cara interna de los brazos, el abdomen, el pecho, los glúteos, así como la parte más externa de los glúteos y en la cara interna de los muslos.
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